La educación STEM está convirtiéndose cada vez más en un área de atención significativa para la política educativa en el mundo. En este sentido, es necesario incorporar en el currículum una perspectiva crítica que resalte el poder transformador de la educación STEM a través de la participación dialógica.
En los diferentes sistemas educativos en el mundo hay una gran tendencia por resaltar los aspectos técnicos y conceptuales de la enseñanza en ciencia y tecnología. Sin embargo, en los últimos 10 años se han propuesto nuevos enfoques pedagógicos que, además de la ciencia y la tecnología, buscan incorporar los conocimientos básicos de la ingeniería y las matemáticas en un solo modelo de solución de problemas basado en estos cuatro saberes, y conocido por sus siglas en inglés como STEM (Science, Technology, Engineering, and Mathematics). La educación STEM está convirtiéndose cada vez más en un área de atención significativa para los gobiernos y la política educativa en el mundo. El interés proviene de la relación directa que se ha encontrado entre el desarrollo de las economías nacionales y el desarrollo de la educación STEM. Esto ha detonado la inversión en los sistemas educativos, la reestructura del currículum, y la investigación en esta área educativa. A pesar de estas virtudes, la educación STEM también puede contener sus propias contradicciones. Por ejemplo, puede ser una fuerza para el desarrollo internacional, al mismo tiempo que acentúa las desigualdades sociales y culturales locales; o puede privilegiar el desarrollo de los sectores industriales, sin tomar en cuenta las condiciones reales de los participantes, quienes muchas veces están marginados en el acceso a mejores condiciones de vida (Freeman, Marginson y Tytler, 2015).
La propuesta de educación STEM representa un avance en las pedagogías actuales por su apuesta multidisciplinar y aplicada del conocimiento científico, orientada a la búsqueda de soluciones. Sin embargo, también es cierto que un enfoque centrado en la solución de problemas puede llegar a perder de vista los rasgos sociales y humanos involucrados en la utilización de herramientas científicas y tecnológicas que son aplicadas en problemas situados en contextos reales. En otras palabras, es necesario que este tipo de enfoques consideren también la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de las personas, ofreciendo trayectorias de participación que empoderen a la gente y a sus comunidades. Para esto, es necesario incorporar en el currículum una perspectiva crítica (Freire, 2005) que resalte el poder transformador de la educación STEM a través de la participación dialógica. Esto es particularmente pertinente en países como México, donde los niveles de desigualdad económica son muy evidentes.
México ha venido consolidando su posición como un actor económico global. La gran presencia de compañías internacionales en su territorio requiere de graduados en el área de educación STEM, así como una formación vocacional temprana en las ciencias para el caso de los alumnos de educación básica. En este sentido, es preocupante que, a pesar de la implementación de las últimas reformas educativas, los resultados de México en las pruebas internacionales de logro académico siguen siendo bajos (Rogers, 2014), lo que resalta el nivel del reto al que se enfrenta el país para mejorar la calidad educativa a corto plazo y fortalecer las necesidades de una economía globalizada desde el contexto local. México es la décimo quinta economía más grande del mundo, y está buscando incrementar su producto interno bruto a través de la transformación de sus empleos con un perfil acorde las características de la sociedad de la información. La mejor manera de lograr esto es a través del mejoramiento de la calidad de la educación STEM, lo que promueve la innovación tecnológica, el desarrollo de patentes y empleos mejor pagados (Flores-Camacho, 2012). Es por esto necesario invertir en este sector, incluyendo de manera particular, la inversión en formación docente (Montgomery y Fernández-Cárdenas, 2018).
La educación es una poderosa herramienta que puede ser utilizada, tanto para replicar como para reestructurar el orden social existente. Freire propuso que la educación debería desarrollar una conciencia crítica en la cual los docentes empoderan a sus estudiantes para expresar sus comprensiones derivadas de sus propias experiencias de aprendizaje. Esto implica el desarrollo de las capacidades dialógicas de docentes y alumnos, por lo que el dialogismo ha atraído la atención de los investigadores como un área fundamental para el desarrollo de innovaciones educativas. La enseñanza dialógica se distancia de la posibilidad de privilegiar una sola voz dominante, usualmente la del docente, hacia el desarrollo de un espacio dialógico en el que estudiantes y docentes interactúan alrededor del currículum (Fernández-Cárdenas, 2014). A través del lenguaje, los participantes pueden negociar sus posiciones éticamente, admitiendo una pluralidad de perspectivas, sin pretender silenciar ninguna de ellas, y tomando en cuenta las necesidades del otro concreto. En consecuencia, una educación STEM dialógica se plantea las siguientes preguntas:
- ¿Qué tipo de educación puede incrementar y mejorar nuestro conocimiento de la ciencia y la tecnología, al mismo tiempo que buscar resolver las necesidades sociales de las personas?
- ¿Qué tipo de educación puede atender estas necesidades y al mismo tiempo pensar en la libertad y la creatividad?
Sin duda, estas preguntas ponen sobre la mesa una agenda de investigación educativa a la que vale la pena sumarse para mejorar la calidad de vida de las personas. Una de las maneras en las que he venido trabajando con mis colegas en esta línea de investigación e innovación educativa es a través de la documentación de espacios de formación docente en escenarios no formales, como lo es un museo de ciencia (Fernández-Limón, Fernández-Cárdenas y Gómez Galindo, 2018). Hemos encontrado que los espacios no formales permiten a los participantes desarrollar formas de interacción con un sentido lúdico y transformador que les permite liberarse del acartonamiento en el que en muchas ocasiones se encuentran las prácticas de enseñanza en las que participan. El análisis secuencial del habla en interacción y de sus gestos al participar en un diplomado de formación continua en el área STEM demuestra que los docentes logran altos niveles de involucramiento, creatividad y solución colaborativa de problemas. Otros casos de prácticas exitosas de educación dialógica y transformativa que he documentado pueden encontrarse en el sitio STEMk12dialogue, incluyendo videos de centros comunitarios, museos, actividades con familias, educación indígena y rural.
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Acerca del autor
Juan Manuel Fernández–Cárdenas es Profesor Investigador de tiempo completo en el Tecnológico de Monterrey. Sus líneas de investigación incluyen la conformación de comunidades de práctica, la evaluación de la calidad educativa y el análisis del habla en interacción en escenarios educativos mediados por el uso de tecnología digital.
Juan Manuel Fernández–Cárdenas es Profesor Investigador de tiempo completo en el Tecnológico de Monterrey. Sus líneas de investigación incluyen la conformación de comunidades de práctica, la evaluación de la calidad educativa y el análisis del habla en interacción en escenarios educativos mediados por el uso de tecnología digital.
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