¿Qué cambios duraderos podemos esperar en el aprendizaje posterior a una pandemia?

julio 16, 2021 0


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COVID obligó a la educación superior a acelerar el cambio digital; ahora, los estudiantes pueden anticipar que algunos de esos cambios se convertirán en permanentes

No hace falta decir que el mundo ha cambiado para siempre, de innumerables formas, como resultado de la crisis global provocada por la pandemia de COVID-19. Los maestros, padres, estudiantes e instituciones educativas en su conjunto han sentido el impacto directo de esta pandemia de primera mano. A lo largo de 2020, los desafíos del distanciamiento social, el aprendizaje remoto y la familiarización con las nuevas tecnologías han sido obstáculos importantes que han requerido paciencia, concentración y fortaleza para superarlos. 

Si bien innumerables escuelas y universidades se enfrentaron a la realidad de nuestra “nueva normalidad” colectiva, que exigía modelos de aprendizaje nuevos, flexibles y adaptables, aquellas que ya tenían una inversión establecida en educación en línea emergieron como innovadores líderes en medio de la pandemia.

La demanda de los estudiantes ha sido durante mucho tiempo el catalizador para el uso de tecnologías modernas en el aula, especialmente porque muchos han crecido como nativos digitales versados, y el estado actual de la educación solo ha solidificado este llamado a opciones nuevas y mejoradas en todos los ámbitos. Las instituciones académicas ahora enfrentan el desafío de aceptar los cambios acelerados por COVID-19, utilizando sus experiencias, tecnología disponible y avances de la industria para abordar las necesidades actuales y futuras de los estudiantes.

Estos son algunos de los cambios duraderos que podemos esperar ver en el aprendizaje posterior a una pandemia:

Mayor aparición de modelos educativos flexibles      

Mientras que la instrucción tradicional en persona se ha mantenido durante mucho tiempo como el estándar en la educación desde sus inicios, la pandemia ha llevado a una mayor aceptación de que esta ya no es la opción única para un aprendizaje efectivo y confiable. La instrucción a distancia, remota y en línea ahora es vista como una alternativa adecuada por más personas que nunca como resultado directo de COVID-19. Desde niños pequeños hasta estudiantes universitarios, se ha demostrado que el modelo en línea funciona para quienes lo adoptan y aprenden de él, y esta prueba de concepto es enorme para el futuro de la educación.

En el pasado, los estudiantes que no encajaban en el modelo de talla única para todos: aquellos que tenían que trabajar en varios trabajos para pagar la matrícula, tenían obligaciones familiares o de cuidado de niños, o simplemente no podían asistir a clases en un horario tradicional para una variedad de por otras razones, tenían opciones limitadas con relativamente pocas opciones entre las instituciones más innovadoras. A través de la creciente comprensión del valor del aprendizaje en línea y remoto, esta realidad nunca debe repetirse, ya que más escuelas crean modelos educativos flexibles que satisfacen las necesidades de todos los estudiantes de una manera inclusiva y accesible.

Los estudiantes como participantes activos en el proceso      

Un cambio fundamental en la educación desde el panorama anterior y posterior a la pandemia es el grado de influencia que ahora tienen los estudiantes en relación con su propia experiencia educativa. Los estudiantes ahora tienen una voz única y poderosa en términos de las decisiones clave que se tomarán en el futuro cercano de la educación superior. Las demandas de opciones de aprendizaje variadas, cursos presenciales, clases totalmente remotas y modelos sincrónicos y asincrónicos darán forma a la forma en que los administradores escolares y los líderes universitarios planifican el futuro de sus instituciones.

Esta misma influencia se aplica a la tecnología, los recursos y las oportunidades de trabajo en red disponibles que se convertirán en elementos básicos comunes para los futuros estudiantes. La educación en 2020 reveló la necesidad y el potencial detrás de opciones de teleconferencia, presentaciones digitales, salas de chat, encuestas virtuales e innumerables otras soluciones tecnológicas para problemas modernos, y una gran cantidad de empresas de tecnología se han intensificado para satisfacer esta necesidad. La competencia en la integración y el uso de estas herramientas no solo será buscada por los estudiantes, sino que posiblemente la esperen en un mundo pospandémico. Las instituciones académicas que pivotan y se adaptan para abordar auténticamente las necesidades declaradas de sus estudiantes liderarán el futuro de la educación.

Un enfoque en el bienestar general de los estudiantes    

Aunque el bienestar y la defensa de los estudiantes se han apoyado en gran medida en el pasado, el panorama educativo presentado por COVID-19 ha destacado más trabajo por hacer con respecto a la forma en que las instituciones de aprendizaje evalúan, abordan y brindan apoyo continuo para el bienestar de los estudiantes. Con el gran énfasis en el aprendizaje remoto en línea a lo largo de 2020, los estudiantes llegaron a encontrarse virtualmente conectados en todo momento del día.

Esta conexión constante fue algo que la mayoría de los estudiantes, maestros o personal escolar habían experimentado. La pandemia trajo consigo una serie de problemas que afectaron a gran parte de la población, incluido el aislamiento, la soledad, la fatiga, la vista cansada y la falta de concentración, y trajo nuevas dimensiones a los desafíos de la vida laboral (o vida laboral-escolar). equilibrio. En un mundo donde los estudiantes y profesores están en línea para trabajar, para la escuela y para la recreación personal, las líneas que podían definirse más claramente en el pasado se volvieron borrosas e inestables. Durante la pandemia, un escritorio o una mesa de comedor podría ser plausiblemente el mismo lugar donde un estudiante puede sentarse con su computadora portátil trabajando durante ocho horas al día, tomando clases por la noche y comiendo mientras intenta descomprimirse, un lugar físico que es inmutable de una necesidad a otra, de una tarea a otra, en un día determinado. Teniendo esto en cuenta, la separación y la desconexión se vuelven importantes a la vez, sin dejar de ser increíblemente difíciles de lograr.

Si bien el distanciamiento social requerido por la pandemia no será una constante en los próximos años, las lecciones que hemos aprendido de esta experiencia muestran la necesidad esencial de adaptarse a la flexibilidad provocada por una mayor aceptación del aprendizaje a distancia y al mismo tiempo estar activamente atentos. a un nuevo paradigma sobre el bienestar de los estudiantes. Las instituciones de aprendizaje deben apoyar a sus estudiantes en su búsqueda de una educación, ya sea de forma remota o en persona, mientras promueven comportamientos saludables, recursos disponibles y acciones que enfatizan el bienestar integral.

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¿Qué esperan los alumnos universitarios de sus docentes?

julio 13, 2021 0

 La formación universitaria pretende un desarrollo de conocimientos y habilidades, pero también un crecimiento personal.

Alumnos universitarios en la biblioteca del Tec de Monterrey, campus Monterrey.

Mucho se ha escrito con relación a lo que los alumnos de educación superior requieren para desempeñarse y ser competentes en el mundo laboral. También existe un sinnúmero de publicaciones de expertos en innovación educativa, así como diversas estrategias de enseñanza para desarrollar en los estudiantes las competencias que necesitan para obtener un empleo y desenvolverse exitosamente en un entorno de trabajo. Pero, alguna vez nos hemos preguntado ¿qué es lo que los alumnos de profesional esperan de sus profesores universitarios en cuanto a su formación?

Para abordar este tema, se realizó una investigación piloto con alumnos de la licenciatura de Psicología en la Universidad del Valle de México campus Cumbres, para conocer su satisfacción en relación con la didáctica mostrada por sus profesores y sus expectativas. La mayoría de los alumnos coincidieron en que la aplicabilidad teórica de los conocimientos, la experiencia profesional del docente y una buena organización de la clase son muy importantes. Sin embargo, un punto relevante que se encontró es que también buscan que los docentes muestren liderazgo, un gran sentido humano, la capacidad de trabajar en colaboración con otros actores, valores sociales y su intervención para resolver problemas comunitarios.

“Los alumnos no buscan centrarse solamente en la adquisición de conocimientos, también esperan que sus profesores les orienten en la búsqueda de un bienestar individual y social”.

Lo anterior coincide con múltiples investigaciones como la de Nieva y Martínez (2016) en relación con la formación de los educadores, donde se plasma al docente como un agente determinante para la transmisión de la cultura y la transformación de la sociedad. Otra similitud la podemos encontrar en el trabajo de Calderón y Loja (2018) sobre la necesidad de responsabilidad social y aplicabilidad de los conocimientos a los entornos reales. También en los análisis realizados sobre las expectativas para las escuelas del futuro (Deval, 2013), el papel preponderante de cambio social que le otorga John Dewey a la educación (Niebles, 2005) y en los reportes de la UNESCO para la educación superior y las habilidades necesaria para el siglo XXI (2017). En este último, se concretiza que la razón de la educación superior y la investigación deben ser parte fundamental del desarrollo cultural, socioeconómico y ecológicamente sostenible de los individuos, las comunidades y las naciones (2000), para lo cual el docente juega un papel preponderante durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La didáctica de los temas contemporáneos es clave para la formación de los estudiantes del siglo XXI  

La calidad de la enseñanza en las universidades y la formación profesional ha sido un eje recurrente en la agenda mundial desde hace décadas debido a los cambios socioculturales, políticos, educativos y económicos por los que ha transitado nuestra sociedad. Considerando una visión global comunitaria de las problemáticas actuales y futuras, algunos de los temas prioritarios que se plantean las organizaciones internacionales (UNESCO, 2017) y las diferentes investigaciones (López, Martínez y Ponce, 2020), son:

  • Los tópicos que se deberían seguir enseñando, sus modificaciones y los que deberían incorporarse (por ejemplo: el acoso, la alfabetización digital, la ciudadanía mundial, el desarrollo sostenible, los derechos humanos, etc.).

  • La formación en investigación, la ética y su impacto en el desarrollo social.

  • La aplicabilidad del conocimiento para solucionar aspectos profesionales y comunitarios.

  • La necesidad de un desarrollo personal, la salud integral y el bienestar, entre muchos otros.

La forma en cómo se enseña todo lo anterior es un punto nodal del proceso de enseñanza-aprendizaje. Recordemos que la formación universitaria pretende un desarrollo de conocimientos y habilidades, pero también un crecimiento personal; y para lograr esta meta, es necesario poner especial énfasis en la capacitación de los profesores. Hay que tener en cuenta que muchos de los profesores universitarios genuinamente son profesionales competentes; pero esto no significa que necesariamente posean las habilidades pedagógicas imprescindibles para desarrollar las competencias que se esperan en los estudiantes para el siglo XXI. Se requiere de una formación especializada –y consciente– para implementar adecuadamente en el aula los nuevos programas educativos que buscan repercutir en la calidad de la formación general del futuro profesional y en la sociedad.

“Las nuevas generaciones hacen un llamado a quienes realizamos la función de docentes a fomentar una responsabilidad social reflexiva con miras al bien común”.

Para conocer de forma general lo que los estudiantes esperan actualmente por parte de sus profesores se elaboró un instrumento de evaluación y un reporte donde se indagan las características relacionadas con la percepción del estudiante en relación con la práctica docente durante su carrera. Se creó una escala de satisfacción respecto a la actividad docente por medio de juicio de expertos. Es un método de validación que implica concatenar opiniones fundamentadas de individuos con probada trayectoria en cierto tema, que cumplan con ciertas credenciales y que pueden aportar relevancia a una investigación, así como objetividad y acotaciones pertinentes. El instrumento después fue aplicado a más de 25 estudiantes de los últimos cursos de la carrera. Los resultados preliminares (Andueza, Rodríguez y Tobón, 2020) de las encuestas con los alumnos mostraron que los tópicos que consideran más relevantes son los siguientes: 

  • Relevancia de los temas o tópicos. Que los docentes logren demostrar los motivos por los cuales ciertos temas se revisan en las asignaturas (que exista una conexión lógica entre los tópicos abordados, la asignatura y la carrera).

  • Adaptación a los distintos contextos áulicos. Que los docentes logren adaptarse –en lo posible– a las necesidades de los grupos (por su volumen, diversidad, necesidades especiales, etc.) para tratar de crear un proceso de enseñanza-aprendizaje personalizado.

  • Amplitud en los procesos didácticos. Que los docentes muestren creatividad, innovación y variedad al aplicar diversas técnicas de enseñanza durante sus clases (proyectos, ensayos, debates, casos, prácticas, roles, etc.).

  • Liderazgo profesional. Que los docentes actúen como líderes dentro y fuera del aula, que promuevan los valores sociales, académicos y la ética de su profesión.

  • Compromiso social. Que los docentes logren despertar interés por la asignatura, la carrera y sus aplicaciones al bienestar social.

  • Aplicabilidad a problemas y necesidades reales. Que los docentes logren relacionar los conocimientos y habilidades trabajados durante las clases con el contexto social y la búsqueda de resolver necesidades de la comunidad.

Como podemos observar, durante su formación universitaria los alumnos no buscan centrarse solamente en la adquisición de conocimientos, también esperan que sus profesores les orienten en la búsqueda de un bienestar individual y social. Esto nos hace asumir que existe una necesidad específica de formación docente en los procesos de enseñanza-aprendizaje que promuevan la generación de competencias para resolver problemas del contexto social, que ayuden al desarrollo humano y que busquen aplicar lo aprendido en la práctica profesional de una forma ética.  

Reflexión

Las nuevas generaciones y el contexto sociocultural actual están haciendo un llamado a quienes realizamos la función de docentes para fomentar una responsabilidad social reflexiva y con miras al bien común, alejándonos del modelo de éxito individualista de años anteriores. Como formadores de personas, debemos reflexionar constantemente sobre nuestras prácticas y nuestra enorme responsabilidad social. ¿Estamos preparados los profesores para esta responsabilidad? ¿Cómo podemos apoyarnos entre nosotros y a los alumnos para lograr estos objetivos? Estas y otras cuestiones son planteamientos clave que debemos trabajar en nuestra práctica pedagógica diaria para las generaciones actuales y futuras.

Una carrera universitaria no solamente significa prepararse para cumplir cabalmente una profesión, sino que debe procurar la formación integral del individuo para que pueda intervenir de forma responsable en la solución de los problemas sociales. Esto implica que como docentes tenemos un llamado ético a la mejora continua. La creación de nuestra escala de satisfacción didáctica fue un primer paso para conocer la percepción estudiantil de nuestro quehacer en el aula. El siguiente paso es extender este proyecto a un mayor número de estudiantes en distintas modalidades de estudio. Invitamos a todos los colegas a revisar y adaptar nuestro instrumento para sus diferentes áreas y juntos buscar nuevas y mejores formas de abordar los procesos de enseñanza-aprendizaje en beneficio de los alumnos y la sociedad.        

 

Acerca del autor

Gerson Daniel Andueza López (psicoeducacion.mty@gmail.com) es psicólogo y antropólogo. Tiene 12 años de experiencia como docente universitario.  Ha participado en el diseño y creación de programas educativos. Ha sido ponente en múltiples congresos. Tiene tres maestrías en las áreas de psicología y ciencias sociales, así como una Especialidad en Educación Basada en Competencias y una Maestría en Docencia y Desarrollo de Competencias. Actualmente está por concluir un Doctorado en Desarrollo Humano y Capacitación.

 

Referencias

Andueza, G., Rodríguez, M. y Tobón, S. (2020). Docencia universitaria en psicología: Validación por juicio de expertos de una escala de satisfacción estudiantil desde la didáctica socioformativa. Cieg, Revista Arbitrada del Centro de Investigación y Estudios Gerenciales, 41, 216-238. Recuperado de: http://www.grupocieg.org/archivos_revista/Ed.41(216-238)-Andueza-Rodriguez-Tobon_articulo_id583.pdf

Calderón Solís, P. y Loja Tacuri, H. (2018). Un cambio imprescindible: el rol del docente en el siglo XXI. ILLARI, (6) 35-40. Recuperado de https://www.aacademica.org/margarita.calderon/2

Delval, J. (2013). La escuela para el siglo XXI. Sinéctica, (40), 01-18. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-109X2013000100004&lng=es&tlng=es

González, V. (2002). ¿Qué significa ser un profesional competente? Reflexiones desde   una perspectiva psicológica. En Revista Cubana de Educación Superior, 22(1), pp. 45-53. Recuperado de https://rieoei.org/historico/deloslectores/Maura.PDF

UNESCO-OREALC. (2017). Reporte: Educación y habilidades para el siglo XXI. Reunión López Ramírez, E., Martínez Iñiguez, J., y Ponce Ceballos, S. (2020). Tendencias globales de la educación superior en el contexto mexicano. Revista Cubana de Educación Superior, 39 (1), e10. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0257-43142020000100010&lng=es&tlng=es

Niebles, E. (2005). La educación como agente del cambio social en John Dewey. Historia Caribe, 10, pp. 25-33, Universidad del Atlántico. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/937/93701003.pdf

Nieva Chaves, J. y Martínez Chacón, O. (2016). Una nueva mirada sobre la formación docente. Revista Universidad y Sociedad, 8(4), pp. 14-21. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2218-36202016000400002&lng=es&tlng=es

Regional de Ministros de Educación de América Latina y el Caribe, Buenos Aires, Argentina, 24 y 25 de enero de 2017. Publicado por la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago).

UNESCO. (2000). Declaración mundial sobre la educación superior en el siglo XXI: visión y acción. Educación Médica Superior, 14(3), 253-269. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21412000000300006&lng=es&tlng=es

UNESCO-OREALC. (2017). Reporte: Educación y habilidades para el siglo XXI. Reunión Regional de Ministros de Educación de América Latina y el Caribe, Buenos Aires, Argentina, 24 y 25 de enero 2017. Publicado por la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO Santiago). Recuperado de http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/Informe-Reunion-Buenos-Aires-2017-E2030-ALC-ESP.pdf

Edición por Rubí Román (rubi.roman@tec.mx) - Observatorio de Innovación Educativa


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